26 de diciembre de 2025
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Compartir en Facebook Compartir en X Compartir en LinkedIn Compartir en WhatsApp Copiar enlace Guardar artículoDeseamos saber nuestra suerte para el próximo año. Al enfrentarnos al mañana, necesitamos anticipar algunas circunstancias que nos ayuden a enfrentar dificultades y también al aprovechamiento de oportunidades para nuestro beneficio. En el pasado era importante consultar a los wayjeles o chamanes mayas; el mejor método era a través del calendario, síntesis del movimiento universal. Todo se movía al ritmo de los cielos; por ello, los zapotecas nombraban a Monte Albán y los otros picos montañosos como ciudad en las nubes. Allí, todavía se puede ver los pequeños aposentos donde los chamanes resolvían las ansias para desentrañar el futuro. En la antigua Grecia, la Sibila, especialmente la de Delfos, lanzaba acertijos donde se relataba la tragedia futura.
Con el correr del tiempo se alcanzó la idea de regularidad y de probabilidad. Así, se puede encontrar una tendencia, cuya repetición de sentido obedece a la presencia de los factores causantes. Además, la medición de acontecimientos ofrece una anticipación de lo esperado. Por esa razón es importante tener esos datos.
Cada crimen es un hecho único, pero similares seguirán ocurriendo porque no se modifican radicalmente las circunstancias. Los encargados del orden público, para confundir, exponen tasas por cien mil habitantes. Al crecer la población, lógicamente disminuye. Es decir, los miles de bebés ayudan a rebajar la criminalidad. Mejor sería se dieran los números reales. Hasta mayo se contabilizaban 1,342 casos frente a 1,071 en el mismo período del año pasado. La conclusión no puede ser otra sino el empeoramiento del respeto a la vida. En cambio, si se toma una tasa, resulta que, mientras en 2024 la tasa era de 16.1, en el 2023 era de 16.7 por cien mil habitantes. Algún extraviado afirmaría disminución de la agresión contra personas. En contra, la realidad consiste en el empeoramiento de la seguridad pública.
Lo mismo ocurre con otros números menos dramáticos. Los afiliados al seguro social el año antepasado eran aproximadamente 1.6 millones, este año son 1.7 millones. Se incrementó el 6%. Aquí, sí importa compararlo con el crecimiento de la población total estimado en 1.5%. Así ocurre una paradoja, el aumento del empleo formal debería ofrecer mayor estabilidad al país. Tal situación debería expresarse en una disminución de la delincuencia. Al no ocurrir esa expectativa, se debe inquirir la razón de dicha situación. Emile Durkheim (1858-1917), la definió como anomia. No existe una convicción para la convivencia social, al abandonar la antigua sociedad agraria. Si no se mejora educación y convicciones para adherirnos a una vida virtuosa, todo empeorará. En otras palabras, falla la educación cívica, el funcionamiento de las iglesias y otras formas de vida espiritual.
Los propósitos para el próximo año no debieran ser un ejercicio de imaginar posesión de bienes. Al contrario, deberían expresarse valores para vivir en libertad con la garantía de los derechos individuales y sociales. Y, sobre todo, es posible la convivencia fraternal al remover la putrefacción de los órganos estatales. Un poco de respeto entre todos, cesar las habladurías y las acusaciones sin ofrecer nombres, datos y relato del procedimiento de la acción inmoral, ayudaría.
Uno de los propósitos compartidos debiera ser abandonar el seguidismo de las imposiciones de los globalistas, del pensamiento woke y ser conscientes de la manipulación comunicativa por los influenciadores aunque se manifiesten con sonrisas, chulería y mentiras. El próximo año será próspero si somos prudentes y juiciosos. Feliz año nuevo.
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