Navidad, dignidad y libertad

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IdeasNavidad, dignidad y libertadEl saludo angelical de “paz a los hombres de buena voluntad” encuentra su eco secular en el mercado libre.

26 de diciembre de 2025

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00:02h

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Ayer, las calles de la ciudad de Guatemala finalmente estuvieron en silencio. Tras la vorágine comercial de las semanas previas y el estallido de la pirotecnia de la medianoche, la mañana del 25 de diciembre nos ofreció la pausa que el ajetreo diario suele ocultar. Más allá de los regalos y las luces, la fecha nos confronta con un acontecimiento histórico y espiritual trascendental: el nacimiento de Jesús. Este evento, que divide la historia de Occidente, no solo trajo un mensaje de amor y redención, sino que sentó las bases para comprender la dignidad intrínseca de todo ser humano, una idea que es, a su vez, la piedra angular de la libertad que defendemos.

En la Navidad celebramos el nacimiento de quien vino a recordarnos que el amor genuino no se impone, se ofrece. Jesús rechazó la tentación del poder político terrenal y se enfocó en la salvación del individuo. Este enfoque es crucial para quienes valoramos el liberalismo: la cooperación social pacífica es la base de la civilización. El saludo angelical de “paz a los hombres de buena voluntad” encuentra su eco secular en el mercado libre, donde las personas cooperan voluntariamente, intercambian valor y sirven al prójimo no por la fuerza, sino por beneficio mutuo. Nadie obliga al panadero a hornear para mí; yo le pago, y ambos ganamos. Ese principio, tan simple, sostiene la prosperidad moderna. La Navidad es, en esencia, la celebración de la vida y la libertad de cada uno frente a la oscuridad de la opresión.

La paz y la prosperidad no surgen de decretos estatales, sino de la cooperación social voluntaria y el respeto irrestricto al proyecto de vida del prójimo.

Al acercarnos al final de este ciclo anual, la reflexión debe ir más allá y aterrizar en nuestra realidad política y económica. ¿Hemos honrado esa libertad este año? Al revisar los últimos doce meses, vemos cómo el Estado —esa maquinaria de coerción que tiende a expandirse si no se le vigila— ha continuado invadiendo esferas que pertenecen a los individuos. Mientras nosotros celebramos el dar voluntario, los burócratas y políticos han perfeccionado el arte de quitar por la fuerza. Este contraste entre el pesebre y el palacio es esencial. El amor al prójimo, ese valor central del cristianismo, se manifiesta de forma práctica en la defensa de un sistema donde ese prójimo pueda prosperar con su trabajo, sin que la mitad de su esfuerzo sea confiscado por tributos excesivos o asfixiado por regulaciones absurdas.

El año 2026 se perfila con desafíos enormes. La economía mundial se tambalea y las tentaciones autoritarias persisten en nuestra región. Por eso, debemos esforzarnos más, trabajar con mayor inteligencia en la batalla de las ideas. Los principios de la libertad —la propiedad privada, el gobierno limitado y los mercados abiertos— son el único camino probado para mejorar el nivel de vida de todos, en especial de los más pobres. No hay caridad más efectiva que un sistema que permite la creación de riqueza.

No podemos servir a dos señores; no podemos amar la libertad y, a la vez, aplaudir la expansión ilimitada del Estado. Estos días de reflexión deben renovar nuestras baterías morales e intelectuales. El amor que celebramos en Navidad no es un sentimiento pasivo, es una fuerza activa que nos impulsa a buscar la verdad y a rechazar la mentira. Cerremos el año con gratitud, pero también con la guardia en alto. Que la paz de estos días no nos adormezca ante los abusos del poder, sino que nos inspire para defender con renovado vigor el sistema republicano de pesos y contrapesos y los derechos inalienables con los que nacimos. Si queremos un 2026 más próspero, la fórmula no es mágica ni estatal; la fórmula es más libertad, más responsabilidad y más respeto a la dignidad de cada individuo. En resumen, la definición del liberalismo que más me gusta, planteada por Alberto Benegas Lynch, hijo: “el respeto irrestricto por el proyecto de vida de los demás”.

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